Ella

Para ella.

La que escribe desde el lado olvido
del papel,
la que apenas mira los estados
del veneno,
sólo sabes de besos
de amor.

Ella, la que me escribe sin papel ternura,
escribe muy bien su nombre
sin saber que lo olvidaré algún día,
y sólo podré recordarlo
en su obituario.

La que no guarda los poemas
en su alma,
la que no tiene corazón por las mañanas,
aquella que me invita al sueño
cuando la soledad se ha llevado todos los poemas.

Sabes que tu inexistencia
a veces precede a tu ausencia.

...


¿Quién es ella?

Es tal vez ninguna musa,
la única que puede escribir su nombre
y olvidarme en el mismo verso.

Es tal vez alguna de las tantas
mujeres buenas que no conoce la nostalgia.

Ella dibuja un fino testamento
sobre mi frente,
el espejo no refleja palabras,
sino algún desconocido algoritmo insano.

Ella es la única que aprendió
a olvidar sobre la cama.

...


Ella vive en el país del nunca amas.


...

Ella se fue de mi vida en un abril y cerrar de otoños.


...

Ella azucena los días lejanos, recuerda mi sombra y detiene la distancia.

....


Te amo por la ley de grandes húmeros, sin letras pequeñitas ni acantos infelices.

....

Para la hermosa señorita del olvido involuntario.
Te escribo porque es la única forma que conoces para no leerme, porque en una línea perpendicular al desconsuelo descansa la mirada que te invento, porque sueño libros y desmanes frente al teclado, porque lo único que hago es ocultarte en la vocales y en el gemido indigno de nostalgia. Te escribo porque eres la única forma que conozco y eres muchas frente al olvido, tantas sombras hermosas sobre la niebla.